Rutas por el conjunto histórico de Tarifa
Nuestro visitante puede perderse por las calles de la ciudad, declarada Conjunto Histórico y podrá encontrar múltiples rincones y detalles que le atraerán.
La muralla ha marcado sus límites hasta fechas recientes, ya que los primeros barrios surgidos extramuros fueron demolidos durante la invasión napoleónica para hacer más fácil su defensa. Salvo alguna excepción, el casco histórico se ha conservado bastante bien. Tiene numerosas viviendas tradicionales, siempre con una estructura de zaguán de entrada y patio, alrededor del cual se organiza el espacio. Muchos son edificios barrocos, en los que los arcos de los patios apoyan tanto sobre columnas de piedra como sobre pilares de ladrillo octogonales. Otros muchos se construyen en el siglo XIX.
Las manzanas de casas suelen ser de gran tamaño, y las recorren pasillos de distribución interna, que en alguna ocasión tienen salida a dos calles. Éstas suelen ser estrechas y a menudo con quiebros, de modo que se evita el viento. Son varias las arterias principales que recorren la ciudad. En la parte alta, el principal acceso es la Puerta de Jerez, y desde ella, paralela a la muralla, discurre la hermosa calle Silos, llamada así por la presencia de la antigua Cilla Decimal, en la que se depositaban los diezmos pagados a la iglesia de los cultivos de la zona. Hoy día conserva sus hermosas naves con bóveda de cañón, que albergan un restaurante. En su otro lateral se encuentra la calle Cilla, que se abre paso en la muralla a través del Boquete de la Cilla, cortado hasta la roca base, de donde viene también el nombre de calle Peñita.
El camino más recto para bajar a la ciudad se puede tomar por la calle Nuestra Señora de la Luz, con varios edificios notables, o bien por la casi paralela calle Jerez, más estrecha y recogida. Vamos a parar a la calle Sancho IV el Bravo, conocida por los tarifeños como La Calzada. Su forma que a veces es serpenteante, se debe a que está construida sobre el antiguo cauce del arroyo que cruzaba la parte más baja del pueblo.A finales del el siglo XIX fue desviado y cubierto ya que era un foco de insalubridad y por el peligro de inundaciones. En ella podemos encontrar la iglesia de San Mateo, y también algunos de los negocios más tradicionales del pueblo. Todo el entorno tiene muchos detalles por descubrir, como la calle Azogues, con algunos de los edificios civiles más antiguos de Tarifa. Desde ella podemos continuar a través de la calle Coronel Moscardó -en donde encontramos la Sala Municipal de exposiciones en la Cárcel Real. Seguimos hacia la Plaza del Mesón, con su fuente que fue la primera construida en Tarifa, en 1831. De ahí, vamos hacia las calles Guzmán el Bueno y Aljaranda, cuyas casas se adosan al castillo y las murallas, y de allí llegamos al mirador del Miramar, con fantásticas vistas del Estrecho. Un poco más adelante se halla la Plaza de Santa María o “de las ranitas”. En ella encontramos el Ayuntamiento, el Pósito, del siglo XVIII, y el antiguo grupo escolar Miguel de Cervantes, hoy Biblioteca que es uno de los tres edificios construidos en estilo neomudéjar en torno al 1924, bajo la Dictadura de Primo de Rivera.
Entre los comercios de Tarifa, destacan las numerosas tiendas de artículos relacionados con los deportes de viento, pero también de un estilo de vestir desenfadado, más que una moda, que caracteriza a Tarifa. Muchas de las tiendas se encuentran en la calle Batalla del Salado en el llamado por los tarifeños “barrio afuera”. A esta zona se accede saliendo desde la Puerta de Jerez. Pero no podemos olvidar otros comercios que venden productos locales, como las conservas de pescado, hasta hace no muchos años base de la economía tarifeña, las afamadas pastelerías del pueblo o algo tan cotidiano como el pan “macho”, que aquí es delicioso. En el hermoso mercado central, junto a la Alameda, se pueden comprar productos frescos. También son numerosos los restaurantes y bares de tapeo, con una variada oferta entre la que el protagonista es de nuevo el pescado, como el atún y el voraz, pero sin olvidar la sabrosa carne de retinto, ganado vacuno local criado en libertad en las amplias campiñas tarifeñas, los caracoles o platos vegetarianos como las tagarninas o las ortigas. Por la noche se pueden tomar una copa en los numerosos bares, que a veces ocupan algún monumento, como es el caso de la Puerta de la Almedina, así como pernoctar en alojamientos algunos casos con mucho encanto.