Rosario, una señora mayor que vive con Ofelio, su hijo con discapacidad, su borrico y su cabra, se gana la vida vendiendo sal de higuera a los viejos, que conocen sus usos milenarios… y a los no tan viejos, mezclándola con tranquilizantes de farmacia y más ingredientes. El pueblo manchego donde viven está arruinado por la ludopatía de sus habitantes y sus gobernantes, que deciden venderlo. Todos se resignan a la venta forzada, pero la casa y la laguna de Rosario están en medio del municipio.